La eyaculación precoz es una de las fuentes de frustración más comunes entre los hombres. No es la disfunción eréctil, ni el estrés, ni la fatiga, sino la pérdida de control. Todo va bien y luego se acaba antes de empezar. ¿Le resulta familiar?
Empieza con pausas incómodas. Luego vienen las excusas, la evasión y, finalmente, la ansiedad y la disminución del deseo. Lo que antes era una alegría se convierte en un tenso desafío: "pero no demasiado rápido...".
Pero aquí está la clave: no es un fracaso, es la reacción de tu sistema. Las causas pueden ser la sensibilidad, el estrés o un ritmo desajustado. ¿Y la buena noticia? Es manejable.
Y mientras busca el equilibrio, hay soluciones reales, disponibles ahora.